Transcripción resumida de la exposición de Josep Marc Laporta —psicólogo social y coach— en el magazine matinal radiofónico de Radio Arena, emitido semanalmente durante los últimos cuatro años. Consultas y conferencias: jmlfcoach@hotmail.com

· La fama

Millones de personas persiguen el poder, ya sea con dinero o sin él, aunque realmente el dinero y el poder van de la mano. No obstante, de las dos, el poder es el deseo máximo de la mayoría de las personas, pese que a menudo aparece disimuladamente con nombre de fama. A veces, la fama surge como un sustitutivo del poder; una forma de poder más sutil.

Millones de personas quieren encender la mirada de los otros, entrar en una habitación repleta de gente y observar cómo se hace el silencio y la atención se dirige hacia ellos. Ser notado, ser requerido, alabado, admirado o deseado son distintas sensaciones anheladas por el supuesto famoso.

Las personas que sienten un irrefrenable deseo de ser ampliamente conocidas por extraños son distintas de aquéllas que buscan simplemente dinero e influencia. El poder de la fama no significa poder en sentido absoluto, aunque pueden parecerse, sino que está más enraizado en la aceptación social, un anhelo de seguridad existencial. Este deseo de fama nunca muere, e incluso crece cuando las oportunidades de la vida parecen extinguirse, ya sea por la edad o las posibilidades de llegar. Para conseguirla, algunas personas llegarían a hacer cosas insospechadas e inauditas. El precio de la fama también se cobra en el proceso, no sólo en la consecución.

Estudios realizados en ciudades chinas y alemanas desvelaron que el 30% de los adultos dice tener ensoñaciones rutinarias acerca de ser famosos, y más del 40% espera disfrutar una dosis pasajera de fama, sus ’15 minutos de fama’ como dice la célebre frase de Andy Warhol. Pero no toda fama es un simple derecho de notoriedad pasajera, en algunos casos es el mecanismo que mueve toda una vida. Algunas personas viven constantemente moviéndose entre distintas disciplinas, formas de popularidad o intentos de reconocimiento público para conseguir su propia fama. Es una lucha por un ego superlativo.

Pero ¿cómo es la personalidad de la persona que busca la fama? Básicamente es alguien que no se siente íntimamente bien con su vida. Frecuentemente envidia a los demás o cree que los demás lo envidian a él. Presenta comportamientos o actitudes arrogantes o soberbias. Es pretencioso y desea recibir un trato especial, pese a que lo pueda disimular muy bien. Busca que los demás cumplan de manera automática sus expectativas. En las relaciones interpersonales es explotador, saca provecho de los demás para alcanzar todas sus metas. Habitualmente carece de empatía y es reacio a reconocer o identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás. Por lo general, tiene un grandioso sentido de la autoimportancia, esperando ser reconocido como superior sin unos logros proporcionados.

En psicología se denomina trastorno narcisista de la personalidad, un trastorno de la personalidad del grupo B (desórdenes dramáticos, emocionales o erráticos). Poseen un patrón de grandiosidad, fantasías de éxito, necesidad de admiración excesiva, falta de empatía, necesidad de reconocimiento, poder, brillantez, belleza o amor. En algunos casos más agudos, se podría denominar trastorno límite, antisocial e histriónico, un paso más allá del trastorno narcisista. Este es el caso de muchos artistas de renombre, que han caído en el aislamiento social.

Pautas para superar la adicción a la fama

* Motivarse a la superación personal de acuerdo exclusivamente a una actividad o disciplina profesional. En muchos casos, el deseo de fama ha sido previo al interés de cognitivo o esfuerzo integral. Explotando las cualidades naturales al máximo, el futuro famoso ha sacado partido —a través de artimañas y triquiñuelas—de sus virtudes propias, en detrimento del trabajo, superación y satisfacción propia del día a día.
* Conocer, observar y reflexionar sobre las consecuencias de la explotación de una fama mal entendida. La realidad se impone. La fama es un poder muy astuto que despliega todas sus garras para conseguir de nosotros la más absoluta dependencia. Es decir, abocados al deseo de ser famosos y después de gustar sus mieles, ya no es el individuo quien controla la fama, sino los mecanismos de la notoriedad los que controlan al individuo al convertirse en algo más que un deseo; un trastorno narcisista de la personalidad.
* Distinguir entre el deseo de reconocimiento y el deseo irrefrenable de fama. Ser reconocido por una actividad bien hecha o por un trabajo excelentemente realizado es lo más gratificante que el ser humano puede anhelar. Ser adorado y deseado o buscar la gloria por medio de la conquista fácil, es entrar en un círculo de dependencias en el que el narcisismo nos puede llevar a una espiral consumista, con egos muy perjudiciales para nuestro equilibrio psicológico.
* Vincular nuestra felicidad y goce a la excelencia de nuestra actividad o trabajo. El esfuerzo y consecución de un trabajo bien realizado y finalizado puede ofrecernos más satisfacciones que la búsqueda de la fama, a pesar de que se desee lograr a través de la propia actividad. El premio a la tarea bien realizada con su consecuente reconocimiento siempre será superior al premio obtenido por los mecanismos del deseo de fama y popularidad. Vinculando nuestra felicidad y goce a la excelencia del trabajo bien realizado, desvinculamos los mecanismos de satisfacción del deseo obsesivo narcisista.
* Aceptar la fama como lo que es: un premio pasajero y fugaz. Para entender bien la fama y ponerla en su justo lugar, es necesario aceptar que es sólo un premio perecedero y caduco। Confiar en los mecanismos de la fama es confiar en un sube-baja constante: hoy estás, pero mañana puedes quedar relegado al más lejano de los anonimatos. Por lo tanto, la popularidad y la fama son demasiado fluctuantes como para confiar en ellas; es mejor atender a un proyecto de vida, de profesión o de actividad más consistentes: el premio o la recompensa será más profunda y duradera.
©2009 Josep Marc Laporta

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